Capítulo 1


(Publicado en la versión impresa)


1- Estoy aquí de nuevo.

Con su respiración aún agitada por los extensos trámites de recepción internacional, se encontraba nuevamente en la Calle 26 de la capital de aquel país cafetero.

Las montañas que escoltaban la Ciudad, como guardias imperiales de una legión cosmopolita, promediaban aquellos rayos de sol que apenas se divisaban en el horizonte, sentenciando que aún era muy temprano.

-Muy buenos días señora. ¿A dónde puedo conducirla?

Evidentemente, no estoy en mi país, pensó instantáneamente, toda vez que la amabilidad de aquel taxista difícilmente congeniaba con los pares de su Ciudad natal, Ramos Mejía en la Provincia de Buenos Aires Argentina, ni tampoco con la Ciudad que la cobijaba desde hacía varios años.

Al cerrar la puerta del vehículo y luego de acomodar las maletas en el asiento contiguo, un hombre con una amplia campera de color verde con la leyenda “seguridad aeroportuaria” y unas letras PN, seguramente de la Policía Nacional, se detiene delante del taxi interrumpiendo su intento de arrancar en el recorrido. Se acerca suavemente por el lado derecho del mismo hacia el lugar de pasajera, obligando a Samantha a bajar el vidrio donde se encontraba sentada.

Cuando una persona llega a un país extraño, y de repente un policía le golpea la ventanilla de un taxi a punto de partir, el primer pensamiento que nos cruza por la mente persecutoria que todos tenemos, no es la de imaginar alegremente que dicha situación se produciría por una bienvenida con honores al país huésped, ni mucho menos, sino más bien esperar algún problema colateral con respecto a la documentación migratoria o cosas aún peores.

Pero, no. El guardia de seguridad del aeropuerto le golpea la ventanilla del vehículo y le alcanza una tarjeta que inesperadamente se le había desprendido de la maleta mientras salía del playón principal de los vuelos internacionales y se dirigía a la salida en busca de movilidad.

En dicha tarjeta, de unos 14 por 5 centímetros, de fondo blanco con letras azules fuertes, y con algunas viñetas en lonjas color rojo, presentaba unos códigos de barras muy grandes, con varios números y unas siglas que expresaban:

TX, USA (QHO) to (BOG) COL.

Para aquellos que habrán viajado al exterior alguna vez fácilmente podrán comprender que el vuelo de Samantha correspondería a una partida de Texas en los Estados Unidos con destino a la Ciudad de Bogotá.

Agradeció la amabilidad del guardia de seguridad del aeropuerto, y dirigiéndose al conductor le indica con voz suave su deseo de acudir a un punto determinado y específico. Ese lugar no estaba dentro de la Ciudad de Bogotá, sino a unos 45 kilómetros del aeropuerto “El Dorado”.

El lugar elegido por la visitante correspondía a un bello pueblo que está en un recuesto de las estribaciones del Cerro de Zipa y de una amplia meseta en donde está ubicada la mole andina, aprisionada por la naturaleza.

El conductor, un hombre de unos 45 años, descendiente probablemente de pueblos originarios, muy bien vestido, con rasgos muy específicos en cuanto a su tez morena y su bigote prominente, exponía una mirada muy humana, que le daba cierta seguridad emocional de que aquella persona no era capaz de realizar los trucos habituales que algunos taxistas le propinan a los turistas en las grandes ciudades del mundo, dando vueltas innecesarias por la Ciudad, aprovechando que no se conoce el recorrido pretendido y así poder cobrar un mayor monto por tales viajes.

El vehículo se encontraba pintado todo de color amarillo, con la placa identificadora en calcos de fondo blanco con letras negras pegadas en ambas puertas traseras, con algunas letras y símbolos en serigrafía, como teléfonos, números de vehículo, y escudo de la Alcaldía, no se parecía en nada al tradicional auto negro con techo amarillo de su querida Buenos Aires, pensó inconscientemente, aunque tenía algún parecido con el “Yelow Cab Houston Taxi Service”.

No obstante, el chofer del taxi no se sorprendió del lugar elegido por su pasajera, ya que el territorio indicado era muy concurrido por turistas de todo el mundo.

¿Pero cuál era el atractivo de aquel lugar para cualquier turista?






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                                       (Páginas de la 1 a la 26)




HORACIO MARCELO CANTEROS © 2013.